El graffiti como mapa psicogeográfico

Seminario con Adam, Akay y Wermke Leinkauf
Del 22 al 26 de agosto de 2011
Universidad Internacional Menéndez Pelayo
Santander

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Wermke Leinkauf, Entscheidungen, 2011.

El graffiti como mapa psicogeográfico reunió a algunos de los artistas más interesantes del arte urbano, todos ellos educados en el graffiti: los suecos AdamAkay, el dúo berlinés Wermke Leinkauf, y los franceses Les Frères Ripoulain. El seminario fue dirigido por Javier Abarca por encargo de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

El programa del seminario incluyó un taller de exploración.

Sobre el seminario

El graffiti como mapa psicogeográfico reúne a un grupo de artistas urbanos europeos que están revolucionando silenciosamente el terreno de encuentro entre graffiti y arte contemporáneo. El análisis de su estimulante e inspirador trabajo se plantea aquí como guía para abordar el graffiti desde perspectivas nuevas y más esclarecedoras que las tradicionales.

Ponentes

Adam – Artista, Suecia.
Akay – Artista, Suecia.
Wermke Leinkauf – Dúo artístico, Alemania.
Les Frères Ripoulain – Dúo artístico, Francia.
Tobias Barenthin Lindblad – Investigador y editor, Suecia.

El graffiti como acción

El graffiti, surgido en el metro de Nueva York en los setenta y propagado imparablemente por el mundo desde los ochenta, es una cultura muy excepcional. Por un lado, se trata de la tradición artística más extendida y practicada de la historia, y la que más presencia ha tenido nunca en la vida comunal de la humanidad. Por otro, es totalmente impenetrable para quienes son ajenos a ella.

El sistema del arte ha intentado entender el graffiti como comportamiento artístico, pero se ha limitado a estudiarlo desde un punto de vista puramente gráfico, a partir casi siempre de pinturas sobre lienzo ejecutadas con el estilo y los materiales del graffiti. Esta estrategia es tan dramáticamente inútil ahora como lo fue la primera vez que se puso en práctica, a principios de los setenta. Extirpar la cáscara gráfica del graffiti es una táctica miope, que pretende entender al animal examinando sus excrementos en una habitación blanca mientras la esencia queda fuera, latiendo, desconocida.

El graffiti no es tanto la obra como la vivencia. Cada pieza pictórica o caligráfica es solamente el residuo de una acción, y cada acción es, a su vez, parte y resultado de la vivencia de un complejo esquema cultural. Cada obra de un escritor de graffiti, y, muy especialmente, su trayectoria de trabajo, cobran sentido solo dentro de ese esquema. Tratar de apreciar el graffiti desde fuera, desde los términos en que se juzga una obra de arte contemporáneo, e ignorando la cultura que le da sentido, equivale a tratar de apreciar la poesía en un idioma desconocido buscando valores en el timbre, el tono o la fonética. Esa táctica jamás nos permitirá compartir las inquietudes y hallazgos del autor.

Arte a partir del graffiti

Si bien es cierto que para apreciar algo necesitamos aprender el idioma en que está escrito, también es posible que el autor del poema original aprenda nuestro idioma, y componga nuevos versos que transmitan cierta parte de lo que daba valor e interés a los originales.

Esto es, precisamente, lo que está haciendo el reducido grupo de artistas europeos invitados en el presente seminario. Su trabajo significa la solución a un problema de décadas, porque logra transformar aspectos esenciales del graffiti en obras compuestas en el lenguaje del arte contemporáneo. Piezas que, además de emocionarnos y abrirnos los ojos como proyectos de calidad que son, pueden ponernos en contacto con el interior de la vivencia del escritor de graffiti, y pueden, con ello, acercarnos más que nunca a la posibilidad de entender el graffiti como experiencia estética.

Las obras de estos artistas son casi siempre acciones o intervenciones, que se documentan mediante fotografía y vídeo. En ellas tratan cómo el escritor de graffiti experimenta la ciudad siguiendo un patrón que responde a la definición situacionista de mapa psicogeográfico: un esquema navigacional radicalmente transversal, capaz de transformar la alienada vida urbana en una experiencia diaria sorprendentemente profunda, rica y creativa.

En el graffiti, tanto como en las obras de los artistas convocados, la ciudad deja de ser un espacio inerte que solo es posible recorrer a través de una serie de caminos dictados, para transformarse en un infinito terreno de juego, lleno de rutas alternativas, lleno de oportunidades de experimentar intensamente la vida. Rendijas, espacios muertos y parcelas ignoradas se convierten en campo visitable, vivible, y útil para la poesía. La visión de la ciudad que el situacionismo propusiera, llevada a la práctica de forma tan literal como natural.