Descripción del proyecto
Subway art
Henry Chalfant y Martha Cooper | Thames & Hudson, Londres, 1984
Subway art es la biblia del graffiti. Cualquier acercamiento a esa cultura comienza necesariamente por su lectura, y por el visionado del documental Style wars, con el que comparte autor y contenido. Ambos documentos retratan el graffiti del metro de Nueva York en su momento álgido, diez años después de su explosión inicial.
El libro fue resultado de la colaboración de Martha Cooper y Henry Chalfant, los fotógrafos del graffiti por excelencia. Cooper trabajaba en los últimos setenta como reportera fotográfica para el New York Post, y llegó al graffiti mientras documentaba otras exuberantes formas de juego infantil en las calles de un Nueva York extremadamente degradado – las emocionantes imágenes recogidas en el libro Street play.
La perspectiva social de Cooper aporta a Subway art las espectaculares panorámicas de pasos elevados sobre los que desfilan vagones multicolores. Las fotografías de Chalfant, en cambio, registran las obras de cerca y de frente, como pinturas. Llegado a Nueva York en 1973, Chalfant era un escultor fascinado por el graffiti que se encontró dedicando más y más horas al registro fotográfico de los costados de los vagones, tarea para la que ideó un sistema propio: sus imágenes son montajes de varias instantáneas sucesivas, tomadas con trípode desde el andén durante los segundos en que el tren abandona, aún lento, la estación.
A través de su trabajo, ambos fotógrafos contactaron con los escritores de graffiti, algunos de los cuales se convirtieron en visitantes habituales de sus estudios, atraídos por la nueva posibilidad de examinar detenidamente las obras. Hasta ese momento, estas solo podían verse sobre los trenes en circulación o detenidas en oscuros aparcamientos, circunstancias que impedían estudiarlas con atención (la fotografía casera, por otro lado, era entonces mucho más inaccesible y técnicamente limitada). La intromisión de la fotografía en la cultura del graffiti significó un cambio crucial: al hacer posible el estudio y copia de las obras, convirtió el desarrollo formal comunal del graffiti, en principio un proceso difuso e intuitivo, en algo mucho más rápido y deliberado.
Interesados en el registro fotográfico de sus obras, los escritores informaban a Cooper y Chalfant de dónde y cuándo circularían las más espectaculares, facilitando enormemente una tarea basada hasta entonces en largas esperas. Ambos fotógrafos trabajaron de forma independiente hasta que la red común de escritores de graffiti les pusiera en contacto en 1980. La eficaz complementariedad de sus imágenes les decidió a proponer un libro conjunto que, por tratar un tema polémico y aún ignorado por la cultura dominante, fue rechazado por las editoriales norteamericanas. Obligados a buscar más allá, encontraron editor en la casa europea de Thames & Hudson, que publicó Subway art en 1984.
Para sorpresa de los propios autores y editores, el volumen fue un enorme éxito comercial, y no ha dejado de venderse: a los diez años eran ya más de 150.000 copias, y en 2009 fue reeditado en una versión ampliada, mucho más grande y lujosa. Y es que, aunque la documentación de Cooper y Chalfant es muy parcial –cubre solo ciertos años y ciertas líneas de metro, un muy reducido segmento de la cultura– el libro proporciona una descripción muy clara de los mecanismos del graffiti, y se convirtió en su principal vía de exportación. Durante los ochenta, generaciones enteras de adolescentes en todo el mundo devoraron Subway art y Style wars, y reprodujeron el fenómeno con fidelidad y vehemencia en sus propias ciudades.