Talleres de exploración

Rutas guiadas a través de espacios ignorados de la ciudad

En estas rutas guiadas se recorren espacios ignorados de la ciudad, libres de comercio y control. Los participantes reciben pistas para buscar la ruta por sí mismos, solos o en pequeños grupos.

El profesor prepara la ruta en varias jornadas de trabajo de campo antes del taller a partir de pistas proporcionadas por colaboradores locales. El paseo dura unas cuatro horas, y está precedido de una charla sobre los argumentos que le dan sentido.

Las rutas están basadas en la visión subjetiva del entorno urbano defendida en los textos situacionistas, y convertida en experiencia diaria por grafiteros y exploradores urbanos. Cada ruta recorre una ciudad paralela, libre del control del dinero, y ajena a sus predecibles espacios de producción, transporte o consumo. Una ciudad en la que cualquier cosa puede suceder.

Esta ciudad paralela se expande en los alrededores de la ciudad conocida, en forma de descampados, zonas en construcción y espacios adyacentes a grandes infraestructuras. Pero también se filtra dentro de esta, ocupando todas las rendijas que el sistema no usa: en solares, bajo puentes, a lo largo de vías férreas, carreteras y ríos, en estructuras abandonadas y túneles.

La ausencia de control hace de esta ciudad un espacio natural de movimiento para los marginados, desde vagabundos a grafiteros. Para el ciudadano de a pie, deshumanizado por el comercio y el control, recorrer este territorio supone un sorprendente giro en la percepción, y proporciona un espacio de contemplación, de contacto con la verdadera existencia.

Sobre el profesor:

Javier Abarca es uno de los especialistas en graffiti y arte urbano más respetados del panorama internacional. Figura principal de la primera generación del graffiti español, hoy es presencia habitual en congresos y festivales europeos impartiendo conferencias, cursos y talleres. Es fundador y director de Unlock Book Fair y Tag Conference. Más información aquí.

Participantes:

El taller está dirigido a cualquier persona interesada en la ciudad. No es necesario tener experiencia en la exploración urbana. El número de participantes recomendado es de alrededor de diez.

Documentación fotográfica

Kassel 2019
Aberdeen 2019
Viena 2018
Tartu 2018
Colonia 2017
Castellón 2017
Valencia 2016
Barcelona 2015
Berlín 2015
Besançon 2012
Granada 2012
Santander 2011

 

Sobre la conferencia introductoria: Graffiti y psicogeografía, la ciudad como terreno de juego

La cultura contemporánea del graffiti, creada en el metro de Nueva York y exportada después a todo el mundo, es probablemente la tradición artística más universal que haya existido, y la que tiene mayor presencia en las vidas de la gente. Pero, al mismo tiempo, es impenetrable para casi todos, excepto para quienes la practican. Cuando las personas ajenas a esa cultura tratan de entender el graffiti, suelen abordarlo como una forma de pintura. Pero fijarse en los resultados gráficos es engañoso.

El graffiti no consiste simplemente en las letras escritas, sino más bien en dónde, cuándo y cómo aparecen esas letras. No se trata tanto de la obra resultante como de la experiencia que la rodea y la produce. Cada nombre escrito es solamente el residuo de una exploración continua de la ciudad, que sigue un patrón de navegación radicalmente alternativo. El graffiti tiene poco en común con la pintura de estudio, o incluso con la pintura mural oficial. Para entender realmente el graffiti es más útil interpretarlo como una ecuela de exploración urbana.

El graffiti contemporáneo nació como una forma de escapar la alienación producida por la arquitectura moderna y el urbanismo capitalista. Se trata, ante todo, de un juego. Toma un paisaje diseñado para controlar los movimientos y los pensamientos, para aislar al individuo y suprimir la individualidad, y lo subvierte, transformándolo en un vehículo para la aventura compartida, la fantasía y el juego. Pero no se trata de la única cultura contemporánea que responde a esta descripción. Hay muchas otras, desde el parkour al geocaching, desde el urbex al train surfing, desde el buildering a los flash mobs.

Los situacionistas predijeron un futuro de juegos urbanos, juegos que no pudieron llegar a describir. En las últimas décadas hemos visto cómo sus textos sobre la invasión del espectáculo se convertían en profecías. Y, observando las culturas mencionadas, puede afirmarse que sus ideas acerca de la ciudad como terreno de juego fueron igual de proféticas.

 

Entrevista con Javier Abarca sobre sus talleres de exploración

Realizada por Eric Gras para El Periódico Mediterráneo con motivo de la Guía contemplativa de Castellón, convocada por el Espai d’Art Contemporani de Castelló en abril de 2017.

¿Qué es exactamente esta ‘Guía contemplativa’? ¿Cuál es el origen del proyecto?

Es un taller, pero también un proyecto artístico personal. Surge de mi vivencia, de la forma en que exploro las ciudades. Por estar involucrado en el graffiti y el arte urbano me acostumbré a buscar cierto tipo de espacios, digamos, libres de control, como por ejemplo los descampados, o las áreas residuales que quedan debajo de muchos puentes. Después de estudiar la teoría de la psicogeografía situacionista y de conocer el concepto del “tercer paisaje” de Guilles Clement entendí por qué estos espacios me seguían atrayendo mucho tiempo después de haber abandonado el graffiti. En ocasión de un seminario sobre graffiti y psicogeografía que organizé por encargo de la UIMP en 2011 surgió la idea de convocar rutas en las que compartir todo esto con la gente.

Planteas otra visión de la ciudad, y para ello seleccionas una serie de rincones. Mi pregunta sería, ¿por qué esos y no otros? ¿Deben cumplir ciertos requisitos para formar parte del itinerario?

Son rincones en el sentido de que están relativamente escondidos, pero no son necesariamente pequeños. A veces se trata de enormes extensiones de terreno baldío. Son lugares muy diversos: desde un solar, un túnel en desuso o un edificio abandonado, hasta las franjas de terreno indefinido que se crean a lo largo de autopistas y ríos. Abundan más en las afueras, pero también se encuentran dentro de la ciudad, en los residuos que deja la distribución capitalista del espacio.

Lo que tienen en común estos lugares es que escapan al control del dinero. No hay intereses económicos inmediatos sobre ellos, de modo que se pueden recorrer sin que el comercio y el control nos sigan a cada paso: no hay publicidad, no hay coches, no hay policía, no hay semáforos ni pasos de cebra, no hay aceras ni calzada. Permiten encontrar la misma calma que se encuentra en el campo. Son los únicos lugares en la ciudad donde es posible un estado de verdadera contemplación.

Al ser sitios libres de control, se convierten en refugio para los marginados. Por ejemplo los vagabundos van allí a dormir, o los grafiteros a pintar con calma. Pero la ruta no trata de ver graffitis. Algunos de los lugares más interesantes que he visto no tienen siquiera paredes. Se trata de buscar lo mismo que vagabundos y grafiteros: un lugar en el que estar en paz.

De algún modo, sugieres también otro concepto de ciudad, ¿no es así?

Es otra lectura de la ciudad. Detrás de la fachada que la ciudad enseña, de esos espacios controlados de producción, transporte o consumo, existe una parte invisible sobre la que existe poco control. Para visitarla, muchas veces no es necesario saltar ninguna valla: puede bastar con rodear un seto o ignorar un “no pasar”. Es suficiente un cambio de punto de vista para pasar de vivir en una ciudad totalmente predecible a vivir en otra indefinida y llena de posibles sorpresas.

Se trata de adoptar una actitud activa en la lectura de la ciudad, por eso el taller no es una ruta guiada al uso. No acompaño a los participantes, me limito a facilitarles algunas pistas para que encuentren el camino por sí mismos. Les espero al final del camino para intercambiar impresiones.

Por lo que he podido comprobar, has realizado esta actividad en ciudades como Santander, Granada, Bensançon, Berlín y Barcelona. ¿Cómo afrontas cada una de las guías o rutas?

Preparo cada ruta explorando la ciudad durante varios días. Sigo pistas que me facilitan informantes locales, y también me pierdo siguiendo mi instinto y mi curiosidad, como he hecho siempre. Con toda la información recogida compongo una o varias rutas. Busco que formen narraciones con sentido, con sus desarrollos, sus contrastes y su drama.

Antes de iniciarse la ruta, impartes una charla a los participantes. ¿Sobre qué versa aproximadamente?

La charla es la introducción al taller, pero también está abierta a cualquier persona interesada. Es una charla amena y profusamente ilustrada que estudia el graffiti con las herramientas de la psicogeografía situacionista.

Habla sobre cómo el graffiti es sobre todo la aventura, no la pintura resultante. La pintura es en realidad una excusa para poner en marcha un juego de exploración y reinvención de la ciudad muy cercano a los conceptos situacionistas. El graffiti es, al final, un mapa alternativo del espacio que convierte la ciudad en un terreno de juego.

¿Qué esperas lograr con este tipo de iniciativas?

Contribuir a enriquecer nuestra percepción de la ciudad y nuestra apreciación del graffiti y el arte urbano. Y seguir disfrutando de las ciudades de la forma en que lo he hecho siempre.